Tuvo suerte en la caída,
no está del todo roto,
aún siente el ultrajo del tiempo,
como si hubiera podido mirar
la claridad de las ciudades.
Pensó que toda esa saliva,
esos minutos previos al ring,
a la cafetería,
que si ahora se le nubla el corazón
es natural,
no hubiera podido mirar el horizonte,
ahora negro y amarillo.
Tuvo suerte en la tabeada,
los escombros caen a su izquierda,
en el charco
de sueños,
una autopista directo al colchón,
y el vértigo de la caída
presente.
Pensó que la cura y la espera
que la caída, sangre negra
que la muerte
de papel
que sí puede mirar.
Maxi Sack
25/05/11