lunes, 20 de septiembre de 2010

Un Segundo

Me pareció una eternidad, resuelta en el acto de cruzar una calle semi vacía de Miguel Grau al mediodía, un beso mañanero, tu tibieza que no se llegó a traducir durante el suspiro previo, tu olor a flor marchita y tus caricias que se debían a el modo correcto de pasar tu mano derecha por mi mejilla. Solo de ese modo podías cruzarte la habitación como un monton de palabras sordas y suavemente hundirte en mi almohada.
Cuando (lejano) divisé el decenso de tu cuerpo, como una pluma ligera en un paisaje deliberadamente gris, me invadió la extrañeza de un saberse desconocido, la ilógica comparación con los colores y los veranos pasados, la necesidad de justificar mi deseo ermitaño y la angustia que dejó lo poco representativo que fué este segundo en esta mañana.
Maxi Sack
30/01/09

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